El Atlético de Madrid firmó su epitafio en LaLiga con una actuación para el olvido. El empate ya era una condena por la victoria del Barça, pero el mazazo final llegó con un gol de Javi Muñoz en el último suspiro, dejando al equipo colchonero sin margen para soñar.
El equipo de Simeone volvió a tropezar con la misma piedra. Lo hizo en Getafe, en Cornellà… y anoche repitió la fórmula del desastre. Errores infantiles de Le Normand y Giménez, incapaces de despejar un balón flotante, regalaron el tanto que certificó la debacle.
Sin ideas desde el banquillo, sin alma en el campo, el Atlético mostró la peor versión de un aspirante que nunca supo imponer su peso en la recta final del campeonato. Mientras tanto, su rival, ordenado y con hambre de permanencia, sacó oro y se aleja del infierno del descenso.
El Atlético no solo perdió puntos: perdió el rumbo, el pulso y el respeto de la Liga.
El empate ya dejaba al Atlético fuera de la pelea por la victoria del Barça horas antes, pero el golpe final llegó en el minuto 90, cuando Javi Muñoz aprovechó una cadena de errores groseros de la defensa rojiblanca y marcó el 1-1 definitivo. Un resultado que no solo duele por la tabla, sino por lo que dice del momento anímico y futbolístico del equipo.
Mientras tanto, Las Palmas, con un planteamiento ordenado y sólido, logró 3 puntos vitales en su lucha por no descender, y supo contener sin demasiados sobresaltos a un Atlético falto de ideas, previsiblemente previsible.
¿Fin de ciclo? ¿Falta de liderazgo? ¿Desgaste de Simeone? Las preguntas empiezan a llover, y la afición empieza a exigir respuestas.